14 julio 2016

Enrique Peña Nieto da golpe sorpresa

Enrique Peña Nieto dio un golpe sorpresa. Tras años de negativas y forcejeos, aceptó revisar su última y mayor baza política: la reforma educativa. La medida, acordada con el sindicato mayoritario, supone en la corta distancia restar argumentos a los belicosos maestros disidentes, peligrosamente enrocados en su exigencia de que la ley sea derogada.
Pero más allá de ahuyentar la posibilidad de un nuevo incendio, la maniobra deja claro que el presidente quiere despejar el camino a su partido para las presidenciales de 2018 y evitar que, tras las muertes de Nochixtlán, este erosivo conflicto pueda ser utilizado por el líder izquierdista Andrés Manuel López Obrador.
Fue una jugada de ajedrez. El Gobierno decidió romper el tabú pero sin dar la sensación de haber cedido ante los maestros disidentes.
Para ello, en plena tensión negociadora con la radical y levantisca Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el Ejecutivo ofreció su mayor tesoro, la revisión de la reforma educativa, en otra mesa y con otro interlocutor.
El elegido fue el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la fuerza mayoritaria en el país y que mantiene buenas relaciones con el Ejecutivo desde el encarcelamiento de su líder, Elba Esther Gordillo, en los albores del mandato de Peña Nieto.

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